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Mundo Mágico

DURANGO

UN ESTADO DE PELÍCULA

Por Judith Campiña

Con un hermoso casco antiguo y muchas sorpresas naturales para descubrir, Durango nos demuestra que es el diamante en bruto del norte mexicano.

Durango es uno de los estados más grandes de norte de México, pero también uno de los menos explorados. Para tener una muestra transparente de su esencia hay que empezar el viaje por la capital, cuyo nombre oficial es Victoria de Durango, una ciudad tranquila y relajada. Lo ideal es dormir en alguno de los hoteles del centro para poder explorar con calma. El Hotel Gobernador ofrece no solamente cómodas y amplísimas habitaciones, sino también jardines hermosos y hasta una alberca. También es buena opción el Hostal La Monja, una preciosa casona restaurada que se encuentra en el corazón turístico.

En un centro histórico como el de Durango, una de las primeras cosas que llaman la atención del visitante es la arquitectura, y los cerca de 1,000 edificios gracias a los cuales el INAH reconoció que ésta es la ciudad norteña con más inmuebles históricos. Un paseo por los más emblemáticos comienza en el quiosco de cantera que está al centro de la Plaza de Armas, un lugar arbolado con un par de fuentes que refrescan la atmósfera cálida. A un costado de la plaza hay que acercarse a la fachada frontal de la Catedral Basílica Menor de la Purísima Concepción, tallada también en cantera —uno de los materiales más representativos de esta región minera—, para ver el detalle de su ornamentación que, aunque de estilo barroco, es bastante sobria. Para los que quieran ver un ejemplo de un barroco más exuberante, la recomendación es acercarse al Museo de Arte Sacro, dentro de la catedral, que exhibe más de 500 piezas de arte. El Palacio del Conde del Valle de Súchil y el edificio que es hoy el Museo Francisco Villa también representan ese estilo arquitectónico clásico de una ciudad colonial.

Una vista

panorámica de la ciudad de Durango, cuya población ronda los 650 mil habitantes.

Los que vayan con niños querrán guardar una mañana para conocer el Bebeleche, un museo dedicado principalmente a la ciencia y que los niños disfrutan mucho. De hecho, tiene una muestra de dinosaurios que es la favorita de chicos y grandes. Otro espacio entretenido para ir con familia es el Museo de Arqueología de Durango Ganot-Peschard, que exhibe una rica colección arqueológica de esta zona del país (no solamente Durango, sino también Zacatecas, Nayarit, Jalisco y Sinaloa). Y no hay que olvidar el Museo de la Ciudad 450, un espacio dedicado a contar la historia de Durango a sus visitantes y donde se pueden ver maquetas a gran escala que cuentan cómo se vivía en estas tierras en diversas épocas.

El paseo continúa por el Corredor Constitución, un espacio peatonal dedicado a los que no llevan prisa y quieren ver y probar todo lo que se vende a lo largo de las ocho cuadras que abarca. A la hora de la comida hay que sentarse en alguno de los restaurantes de este corredor y probar el caldo durangueño, un plato que contiene todos los ingredientes insignia de la región: carne de res seca, chile pasado (chile guajillo deshidratado al sol por mucho tiempo), chile poblano asado y comino. Cuando cae la noche en el centro, todo adquiere una luz dorada que resalta con dramatismo cada espacio.

El Instituto Nacional de Arqueología e Historia reconoció a Durango como la ciudad norteña con más inmuebles históricos.

La Catedral

La Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción comenzó a edificarse a finales del siglo XVII.

En el centro

En el centro de Durango hay al menos 700 edificios catalogados como históricos por el INAH.

Si eres de los que siempre están buscando algún regalo o recuerdo para llevar a casa, pregunta por las conservas, una de las especialidades del estado debido en parte al clima seco y semiseco que obliga a reservar parte de las frutas de temporada, por si la siguiente cosecha no es tan generosa, y a preservarlas de alguna manera. Por eso, antes de irse de Durango hay que comprar un par de frascos para comprobar que lo hacen a la perfección. Están también las clásicas paletas de dulce que llevan adentro un alacrán (muy clásico de la región) o la versión mezcalera, que es una botella de licor con un alacrán dentro.

El ícono del cine western John Wayne compró el Rancho La Joya después de grabar en Durango por primera vez.

La belleza particular de los paisajes naturales de Durango llamó la atención de la industria cinematográfica nacional e internacional hace más de 60 años. Un estado como éste, que tiene cinco microclimas en su territorio, siempre ofrece una locación para contar bien una historia de vaqueros. La primera película que se grabó fue White Feather, en 1954, y a partir de entonces le siguieron muchas producciones, entre las que destacan La máscara del Zorro, Dragonball Evolution, Bandidas y la serie de televisión Texas Rising.

Uno de los lugares más solicitados para filmar en los años setenta hoy es un parque temático: el Paseo del Viejo Oeste. En este set abierto hay restaurantes, tiendas y diferentes atmósferas en las que se recrea la vida de un pueblo típico del oeste de Estados Unidos; el espectáculo de un duelo a muerte en el que puedes participar es una actividad auténticamente duranguense.

El ícono del cine western, John Wayne, compró el Rancho La Joya después de grabar en Durango por primera vez. Su fascinación por el estado lo llevó a construir en esa propiedad su propio set y ahí grabó las últimas dos películas en las que actuó.

De película

Los paisajes de Durango han sido grandes favoritos de la industria cinematográfica.

Pero no todo es cinematografía: las montañas de la Sierra Madre Occidental abarcan más de la mitad del territorio del estado y configuran paisajes naturales de formas y estructuras rarísimas que emocionan a los que quieren adrenalina. Una de las grandísimas sorpresas de una visita a Durango es su abundante oferta ecoturística. En el parque natural Mexiquillo, por ejemplo —a poquito menos de dos horas de la capital—, los viajeros encontrarán cascadas, un bosque, túneles naturales y un jardín de piedras volcánicas altísimas que sí parecen de otro mundo. Ahí se recomienda llegar con muchas ganas de explorar y mucha energía, porque el terreno permite bajar en bici por las montañas y escalar paredes como en ningún otro lugar, así que es ideal para los que disfrutan practicar deportes extremos.

Si quieres acercarte a la naturaleza, pero con más tranquilidad, entonces tienes que acampar en el Parque Nacional El Tecuán y hacer observación de aves de día y de estrellas por la noche (también hay la opción de rentar una cabaña para alojarse).

Para más emociones fuertes, hay que acercarse a Mapimí, uno de los pueblos mineros del estado. Allí está el Puente de Ojuela, una estructura colgante que se alza 120 metros sobre una barranca. Puedes cruzarlo a pie o desde el aire en una tirolesa que ofrece una vista espectacular.

También hay actividades acuáticas para diferentes niveles de exploradores: el nado en pozas no implica un pronunciado espíritu aventurero, pero el cañonismo en la Quebrada del Piaxtla, al norte de Durango, sí es uno de los retos más difíciles de conquistar en la Sierra Madre Occidental. 

Para acabar el recorrido por los alrededores de Durango, en el municipio de Otinapa está una de las atracciones más desafiantes: un salto de 35 metros en caída libre desde el puente ferroviario El Chico. Desde ahí, el paisaje de las llanuras de Otinapa es simplemente espectacular. 

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ciudad de mÉXICO - DURANGO

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