Crédito: Ritta Trejo.
Por Mariana Anzorena Lozoya
Enormes cactus, salinas prehispánicas, huellas de saurópodos y vestigios de la domesticación del maíz… La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán es Patrimonio Mixto de la Humanidad por su cultura y naturaleza, y ha dejado de ser un secreto para los amantes de la historia natural, la cocina endémica y los paisajes fotografiables.
Tu viaje puede comenzar o terminar en la cañada de Santiago Quiotepec, hogar de las apreciadas guacamayas silvestres. Antes o después, date un respiro culinario probando los mezcales de la región y comiendo un taco de tetechas (capullo de la flor del cactus “órgano”), sobre un plato del barro de Los Reyes Metzontla. Al atardecer, en el valle de Tehuacán, la luz desértica delineará la belleza de los cactus órgano, las biznagas y los izotes.
Comienza tu recorrido en el valle de Tehuacán, específicamente en la comunidad de San Juan Raya, muy cerca de Zapotitlán, donde los locales han organizado recorridos para llevarte a descubrir las huellas de los dinosaurios que vivieron en esta región hace 60 millones de años. Aquí también podrás observar cientos de miles de turritelas (pequeños caracoles de mar) y otros moluscos fosilizados. El mismo clima que obliga a usar sombrero ha permitido la conservación de estos vestigios enmarcados por un paisaje espectacular: enormes biznagas, órganos de más de 300 años y hasta una pata de elefante a la que se le calculan mil años.
Completa tu visita con el Museo Paleontológico, a un lado del Parque Ecoturístico Turritelas, habilitado por los habitantes de San Juan Raya. Y no te pierdas las noches estrelladas del desierto. La comunidad cuenta con un centro ecoturístico en el que se puede acampar o pasar la noche en una sencilla cabaña.
Sigue tu visita al cercano pueblo alfarero de Los Reyes Metzontla, en donde las manos de artesanos popolocas realizan hermosos platos, tazas y vasijas de barro bruñido del color de las emblemáticas construcciones de adobe de la zona.
Sigue tu camino hacia las cañadas, por la carretera libre a Oaxaca. Aquí se encuentra San José Tilapia, donde podrás encontrar una maravilla de tecnología precolombina: la Presa Purrón, la más antigua de México, que data aproximadamente del siglo VII a.C. La zona tiene el enorme valor de ser uno de los enclaves donde el manejo de un sistema de canales influyó en la domesticación del maíz hace 7,000 años, un hecho que permitió el desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas.
La magia de la zona de cañadas radica también en el encuentro de dos aguas: el río “hembra” que es de agua dulce y baja de los cerros veracruzanos, y el “macho” (de agua salada) que viene desde Zapotitlán. Esta unión se da en Santiago Quiotepec, donde las construcciones de adobe se funden con un paisaje de colores de tierra. Muy cerca se puede acceder al imponente Cañón Alas Verdes (o del Sabino), un sitio relevante para los amantes de la observación de aves, pues se puede admirar en su hábitat la mayor población conocida de la ya escasa guacamaya verde.
Por sus características geográficas, la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán alberga una inmensa diversidad de cactáceas, cañadas, salineras y fósiles milenarios. Crédito: Ritta Trejo.
Aunque la noción de desierto hace pensar en escasez, la fauna de esta biosfera es rica en lujos culinarios. Se cultiva un maíz endémico y un delicioso frijol… y ¡claro!, magníficos nopales, tunas y pitayas. Además, en temporada, es posible comer cacallas y tetechas.
La cacalla es la flor del maguey, que tarda entre nueve y 15 años en aparecer. Su llegada marca la muerte de la planta que floreó. Las tetechas, por su parte, son el capullo de la que será la flor (polinizada por murciélagos) del espigado cactus conocido como órgano. Durante la primavera, esta delicia llega a los platos de la región de Zapotitlán.
En las calles de los pueblos de la región es posible conseguir paletas heladas de pitaya, garambullo, tepache, mezcales locales y hasta pulque. No dejes de buscarlas.
Las cañadas de la región de Cuicatlán están surcadas por ríos que bajan de la sierra y trazan paisajes para recrear la mirada. Crédito: Ritta Trejo.
Cactáceas, fósiles, maíz criollo, guacamayas en su hábitat y noches profundamente estrelladas. La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán es la joya cultural-natural del turismo mexicano.