El sincretismo es el proceso por el que se amalgaman diferentes prácticas o expresiones culturales para conformar una nueva tradición, y la gastronomía yucateca es vivo ejemplo de esto. Los ingredientes milenarios que fueron domesticados y refinados por los mayas (como maíz, frijol, calabaza, cacao, miel, vainilla, chaya, achiote) tuvieron un fortuito encuentro con aquellos provenientes de Europa, dando como resultado un mestizaje de sabores únicos.
Y es que, además de la diversidad cultural y arquitectónica de la península, la variedad de sus ingredientes y sus distintos modos de preparación le valieron a Mérida el codiciado reconocimiento de la UNESCO como “ciudad creativa”.
Aquí te sugerimos algunas opciones para que disfrutes de una experiencia culinaria inolvidable.
Ubicada en el nostálgico ambiente de una casona antigua en el histórico parque de Santa Lucía, el restaurante La Chaya Maya es una auténtica institución culinaria con un énfasis en recuperar y conservar las recetas e ingredientes mayas.
¿Te gusta que te sorprendan? Ve a esta heladería ubicada en el centro histórico y prueba alguno de sus exóticos sabores. Crédito: Cortesía Pola Gelato Shop.
Aquí podrás probar algunas de las delicias locales: una cochinita pibil horneada a fuego lento, un pescado tikin xic relleno de mariscos y cocido en hoja de plátano, una sopa de lima con chile dulce o un exótico salpicón de venado. Otra opción imperdible que ha conservado y refinado las recetas yucatecas a lo largo de tres generaciones es La Tradición. En su menú podrás encontrar desde mechado y chiles xcatic rellenos de cazón, hasta lomitos de Valladolid y escabeche oriental; en especial, te recomendamos sus panuchos y salbutes, con la receta de la familia del chef David Cetina. Por otro lado, si lo que tienes es uno de esos antojos garnacheros, date una vuelta al Mercado de Santiago para degustar los mejores tacos de lechón en Taquería La Lupita o unas marquesitas con queso de bola para el camino.
Nada mejor para cerrar el día que un trago, un buen plato de comida y música en vivo en un lugar concurrido por locales y turistas. Crédito: Paulina Figueroa.
Para los dulceros auténticos, una parada obligatoria es la Dulcería y Sorbetería Colón que, según dicen los locales, sirve los mejores helados tradicionales del estado desde hace más de cien años. Los más pedidos son los helados de mamey, ciruela y tamarindo, todos 100% naturales. Si tienes ganas de algo original, asómate a Pola Gelato Shop; tienen gelato artesanal de pitahaya, pan de muerto y, para los paladares más atrevidos, frijol con puerco. Y si eres de los que no perdona un postre sin café, dirígete a SOCO para “hacer chuk” (remojar) tu cafecito con un pan artesanal recién horneado. Sus tartines y bollos de desayuno también están para chuparse los dedos.
México es bien conocido entre los turistas nacionales e internacionales por su vida nocturna, y Mérida no es la excepción. Con casi cien años de antigüedad, La Negrita Cantina ofrece una amplia selección de margaritas, licores de la casa, “coctelitros” de mezcal y vinícolas, que puedes acompañar con unos tacos de camarón al ajillo o un pollo en mole. Además, este animado chaflán cuenta con música en vivo que, dependiendo del día de la semana, puede ser noche cubana, jazz, piano o una sabrosa salsa que seguro te hará mover los pies.
Una propuesta más contemporánea es el Salón Gallos, construido dentro de un antiguo molino de avena con una innovadora combinación de sabores yucatecos y libaneses, y cuya cantina alberga una selección especial de vinos mexicanos, mezcales, tequilas y cocteles, entre otros deliciosos brebajes. Y, por si fuera poco, el complejo cuenta con eventos especiales, una librería y… ¡su propio cine! Ambos lugares se encuentran a unas cuantas cuadras de la catedral, así que son una excelente opción para caminar por las calles del centro histórico y disfrutar el panorama y los sabores locales antes de terminar el día.
Escondida en sus plazas y callejones, en puestos de elotes y restaurantes de alta alcurnia, la sazón de la gastronomía meridense conserva sus ancestrales raíces.
Ya sea que vayas de visita con tu familia a los restaurantes costeros de Progreso o a explorar sus recónditos cenotes y calles históricas con amigos, Yucatán le ofrece a sus visitantes un banquete de olores y sabores que conjuga lo mejor de dos mundos, la tradición y la innovación.