Crédito: Shutterstock.
Bienvenido a La Habana, Cuba, destino con un folclore único en el mundo, forjado a lo largo de más de 500 años de historia. Si eres un viajero que disfruta de un buen museo, de perderse en espacios hechos por locales para locales, de conocer gente nueva y de una inolvidable noche de música y baile, esta ciudad caribeña es lo que buscas.
A lo largo de este recorrido visitarás sitios imperdibles y clásicos, pero también te recomendaremos pequeños spots secretos que harán de tu viaje algo diferente, permitiéndote conocer la personalidad ecléctica y vigorosa de la ciudad y algunas tradiciones que en pleno siglo xxi sobreviven casi intactas ante el mundo exterior. Sobre todo, entrarás en contacto con la desbordante creatividad del pueblo cubano, que se manifiesta de múltiples maneras: arquitectura, artes plásticas, música, danza y mucho más.
Con variados colores y estilos arquitectónicos, los edificios de La Habana te hablarán de los valores y la historia del pueblo cubano.
Crédito: Daniel Klinckwort.
Como ocurre con otras grandes ciudades del mundo, el primer encuentro con La Habana ha de realizarse a pie, con la mirada hacia lo alto para captar la magia de su arquitectura. Te encontrarás con una ciudad que se detuvo en el tiempo y que fue sumando diversas corrientes estéticas a sus coloridas fachadas, haciendo de sus calles todo un espectáculo. Esta máquina del tiempo resguarda múltiples estilos, como el art nouveau, el art déco, el neoclásico y el barroco colonial, entre otros. Sus monumentos, fortalezas, iglesias, casas y palacios conforman un mosaico arquitectónico que, en conjunto, guarda un encanto especial.
Te recomendamos empezar el paseo por los callejones de La Habana Vieja. Visita la Casa de Obras Caritativas, que desde su construcción en 1648 se mantiene como uno de los edificios coloniales más grandes de la ciudad. En un tono mucho más barroco, encontrarás el Gran Teatro de La Habana, construido entre 1910 y 1915. Esta exuberante construcción decora la cuadra con balcones curvos, decenas de ventanas, cornisas y muchos detalles en mármol. Si tienes tiempo para entrar, te encontrarás con una elegantísima escalera de mármol, los murales de Fernando Tarazona y un asombroso trabajo de yesería.
Finalmente, tienes una visita obligada a las Escuelas Nacionales de Arte, por muchos considerados de los logros arquitectónicos más relevantes de la Revolución cubana; estas escuelas fueron concebidas por Fidel Castro y el Che Guevara, y construidas por tres grandísimos arquitectos de la época: Ricardo Porro, Roberto Gottardi y Vittorio Garatti. Tan preciosas como irregulares, las escuelas nacieron como una representación urbana de cubanidad.
Admira la arquitectura colonial de sus edificios mientras observas tranquilamente cómo la vida de la isla caribeña se desenvuelve frente a tus ojos.
Crédito: Daniel Klinckwort.
Otro aspecto que te asombrará de esta ciudad es su complejo mundo artístico, en donde el eclecticismo también se hace presente. Con influencias importadas desde Europa, África, distintas zonas de América Latina y Estados Unidos, el arte cubano es el mejor reflejo de la intrincada identidad cubana. Seas o no de los que disfruta de una tarde de galerías y museos, La Habana es una oda a la expresión artística que te encantará.
A lo largo de la ciudad, encontrarás distintos talleres y galerías que te ayudarán a entender el desenvolvimiento del arte cubano desde sus inicios hasta la actualidad. La Fábrica de Arte Cubano (fac) es un laboratorio de creación interdisciplinario que ha sido nominado en múltiples ocasiones al World Travel Awards como un sitio de visita imperdible en el país; te recomendamos perderte en esta fábrica para entender cómo se piensa y se crea en Cuba hoy en día. Otra buena parada es La Galería Habana, cuya curaduría se extiende hasta exposiciones de nft nacionales, un enfoque distinto a la expresión cubana.
Majestuosos autos que datan de 1940 a 1960 ruedan aún por las calles; dar un paseo en un descapotable es una excelente manera de conocer La Habana. Crédito: Getty Images.
Una visita casi obligatoria es Jaimanitas, un mundo surreal de cerámica, piedra y color que se ha convertido en una obra por sí misma. “Fusterlandia”, como se le llama coloquialmente, es un pequeño pueblo costero en el municipio de Playas que se transformó gracias a las creaciones del pintor, ceramista, grabador y diseñador cubano, José Antonio Rodríguez Fuster. Es un pueblo-exposición en donde encontrarás de todo: divertidos animales, sirenas, plantas, figuras astrológicas, dioses y santos de religiones afrocubanas que te transportarán a otro mundo.
José Fuster, es un artista local que con sus coloridos mosaicos y gigantes instalaciones, convirtió a su barrio en lo que él llama “un reino soñador de arte popular”.
Crédito: Shutterstock.
La música y el baile se anclan en lo más profundo del alma cubana, así que en cualquier visita a la Habana no puede faltar esta experiencia, ya sea que decidas asistir a una clase de baile de los mejores ritmos caribeños o simplemente a disfrutar de música en vivo mientras tomas un mojito. Para esto último, te recomendamos pasar por la Bodeguita del Medio (la original) en donde el mismísimo Hemingway tomaba esta bebida.
“Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquirí en El Floridita” decía Ernest Hemingway: una visita a la Habana no está completa sin ambos.
Crédito: Shutterstock.
Si buscas algo un poco más local, te recomendamos el Sábado de Rumba en el patio de El Gran Palenque, en donde podrás disfrutar de música, mojitos y mucho baile al aire libre. Y en un ángulo un poco más histórico-cultural, el Salón Rosado Benny, conocido por muchos como el “Salón con más ritmo de América Latina”, es un reconocido recinto que desde su fundación en 1951 recibe alrededor de 3,500 personas por noche. Más allá del baile nocturno, este salón ha sido sede de múltiples eventos de índole nacional y es cuna de diversos músicos cubanos de talla internacional, como Benny Moré, Juan Formel y Los Van Van.
Para cerrar con broche de oro, no dejes de pasar un domingo en el Callejón Hamel, epicentro de la cultura afrocubana. Frente a tus ojos, entre los coloridos murales del excéntrico callejón, se desenvolverá un improvisado espectáculo de danza y baile con un fuerte sentido de comunidad y fiesta. Aunque no te animes a mover los pies, ver a la gente local bailar con tal ritmo y alegría te aligerará el alma y te dejará con una sonrisa en los labios. Al finalizar, pasa por El Barracón de Hamel Bar para disfrutar de un delicioso mojito.
Las calles de La Habana resuenan al ritmo de son, la salsa, la samba, el mambo, merengue, rumba, conga, cumbia, bachata y chachachá, interpretados por diferentes artistas locales.
Crédito: Shutterstock.
Como te podrás dar cuenta, La Habana es el reflejo perfecto del eclecticismo cubano. Esta gran ciudad es una mezcla interminable de culturas, estéticas, dinámicas e ideologías que te invitarán a vivir un viaje completamente único. Ya sea que busques bailar y disfrutar, descubrir arte o entrar en contacto con una cultura distinta, te aseguramos que llegarás a La Habana con una idea en la cabeza y saldrás con otra completamente diferente. Así que prepárate para que tu corazón vibre al compás de los corazones cubanos, que La Habana te está esperando.
Los paisajes de La Habana son de ensueño: edificios color azul pastel se levantan frente al mar, entre impecables autos antiguos. ¿Lo mejor? La calidez y sonrisa de sus habitantes.