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Crédito: Cortesía Akampa.

El Mundo Mágico

Bahía de Kino

Hacia una tierra mágica

Por Ivett Rangel

Ahí donde se unen el acuario del mundo y el desierto más caliente del planeta, se encuentra el sitio sagrado de la cultura comca’ac.

Sonora es un collar en el que las ciudades se hilvanan con finos hilos carreteros, en donde el paisaje silencioso es la mejor compañía. El desierto se extiende dentro y fuera de la vista, con los sahuaros como pauta con la que se escribe el sueño que significa el viaje de poco más de 100km desde Hermosillo hasta Bahía de Kino. Ahí, el mar azul acaricia playas de arena blanca, casi perlada, custodiadas hace siglos por los seris, la cultura que se autodenomina comca’ac. Así es esta localidad, apodada la Perla del Mar de Cortés.

En la tierra del Sol

Uno de los sobrenombres que con orgullo ostenta Hermosillo es la Tierra del Sol, y solo hace falta recorrer sus calles, plazas y carreteras para comprobarlo. Sin embargo, aunque el desierto de Sonora es considerado uno de los sitios con las temperaturas más altas del mundo, eso no implica que no exista vida. De hecho, su riqueza de plantas y animales lo hacen un destino por descubrir.

Exactamente 107 km separan la capital sonorense de Bahía de Kino; buena parte de ellos es una extensa alfombra dorada y desértica cuyos susurros te preparan para sorprenderte con su abrumadora belleza.

Los caminos que van de Hermosillo hasta la costa de Sonora están llenos de paisajes que desafían la idea de que en el desierto no hay vida. Crédito: Shutterstock.

Entre gigantes amables

Bahía de Kino, nombrada así en honor a uno de los misioneros que fundaron decenas de localidades al norte del país, se anuncia con un bosque muy particular, lleno de pacientes gigantes: los sahuaros.

Estas cactáceas, de la especie Carnegiea gigantea, levantan sus extremidades como en un abrazo al sol, aunque en realidad buscan humedad, multiplicándose en el horizonte que rompe su monotonía con las decenas de formaciones vegetales que se extienden por el terreno.

Hogar de decenas de aves, tales como lechuzas o cardenales, así como reptiles y pequeños mamíferos, su silencio es solo aparente: se trata de una hermosa sinfonía de vida que conoce el increíble valor de la discreción.

La puerta del Mar de Cortés

Aunque la zona estuvo habitada desde la prehistoria, apenas en la década de los años cuarenta, Bahía de Kino era un enclave pesquero. Ese espíritu tranquilo permanece en la actualidad. Pasear por el malecón de Kino Viejo permite observar la increíble y mansa naturaleza, pendiente de ser apreciada una y otra vez por millones de ojos que no pueden sino quedar enamorados de ella.

Dos de las actividades favoritas son el esnórquel y el buceo, con los que se puede ver de cerca la rica fauna marina de la región, lo que llevó a Jacques Cousteau a nombrar este mar como el “acuario del mundo”.

En Bahía de Kino, el mar azul acaricia playas de arena blanca, casi perlada, custodiadas hace siglos por los seris, la cultura que se autodenomina comca’ac. Crédito: Shutterstock.

Una tierra mágica

Desde hace cientos de años, en esta zona habita la nación seri o, como ellos se autodenominan, comca’ac. Este pueblo originario no solo ha logrado mantenerse aprovechando los recursos de la región: también ha acuñado un profundo conocimiento espiritual.

Sus hábiles manos han logrado transformar la madera del palo fierro y las conchas en fina joyería que narra la historia del origen del mundo, del mismo pueblo comca’ac, y la ofrecen con generosidad a quien quiera conocerla. Para ver de cerca la vida de esta cultura ancestral, basta con visitar Punta Chueca, la localidad que habitan desde hace siglos y a la que consideran llena de magia.

En la isla más grande

Desde las blancas playas de Punta Chueca se puede apreciar, a simple vista, una caprichosa formación rocosa. Se trata de Isla Tiburón, la más grande de su tipo en el país. Aunque se trata de una reserva, puedes acceder a ella acompañado por un guía del pueblo comca’ac quien, además de ayudarte a comprender la flora y fauna de la zona, te contará sobre su significado sagrado.

El recorrido, en pequeñas canoas que pueden navegar el estrecho del Infiernillo, incluye las hermosas islas Patos y San Esteban, parte de la historia y la cosmogonía del sabio pueblo seri.

El viento cálido del desierto es el único rastro que esta impresionante área presta a las numerosas playas de arena blanca que se extienden por Bahía de Kino. La tranquilidad del entorno, los mariscos más frescos y siglos de historia, tradición y leyenda aguardan por los viajeros, a quienes se les impregnará la luz del sol en la mirada y el sueño del mar en el alma.

Si deseas vivir esta experiencia guiado por expertos aventureros, puedes hacerlo con Akampa: akampa.mx/experiencias/sonora-isla-tiburon.

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