Un clásico que nunca pasa de moda. Este balneario natural es la mejor opción para pasar un gran fin de semana.
Un destino clásico que ha sabido crecer y, a la vez, conservar la esencia de su origen en los años cincuenta. Te decimos qué hacer en un viaje de fin de semana por este destino que siempre tiene buena fiesta y mucha playa que disfrutar.
Día 1. Playa y fiesta
El primer día hay que pasarlo en la playa. Barra Vieja tiene un oleaje adecuado para buenos nadadores, pero si quieres algo más tranquilo puedes tomar un paseo a caballo. Muy cerca está Esmirna del Mar, una marisquería buenísima en la que puedes desayunar y comer muy rico. Al caer la tarde prepárate para pasar toda la noche en el El Baby’O, el antro por excelencia de este destino.
Día 2. Desayuno tradicional para recuperar energía
El segundo día en Acapulco es para descansar y conocer parte de sus tradiciones más profundas.
A la hora del desayuno —que después de la fiesta en el Baby’O seguro es pasado el mediodía— pide un pescado a la talla en alguna de las palapas a pie de playa de Caleta y Caletilla. El sabor del huachinango al carbón cubierto de salsa te va a devolver la energía.
Día 2. Tradiciones acapulqueñas
El plan sigue en La Quebrada, el famosísimo acantilado desde el que clavadistas locales saltan entre gritos y aplausos. Muy cerca de ahí está el malecón, en el que conocerás, a través de algunas esculturas, la historia del puerto. Para una postal perfecta, llega al anfiteatro a cielo abierto, Sinfonía de mar, en donde Acapulco se deja ver en toda su majestuosidad.
En Acapulco puedes pasar dos días muy divertidos con su respectiva dosis de mar, arena y una cocina fresca y rica. Este es un destino que nunca defrauda a nadie.
Pescado a la talla
Un pescado cubierto de salsa y asado al carbón es de los sabores más representativos de Acapulco.
La Quebrada
Ningún viaje a Acapulco está completo si no se visita La Quebrada, el acantilado desde el que clavadistas locales ofrecen un show intrépido.