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Si estás en Bogotá y tienes ganas de naturaleza, prepara tu chamarra, porque en este viaje alrededor de la capital colombiana descubrirás sitios mágicos, historia y leyendas en tres paradas imperdibles.
Bogotá tiene un encanto singular: gracias a su ubicación a más de 2,600 metros sobre el nivel del mar, se pueden explorar la cordillera de los Andes, páramos, bosques de niebla y frailejones. Sin necesidad de desplazarte cientos de kilómetros, puedes visitar el Páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, y aprender sobre su ecosistema único. También conocer el ícono capitalino del Salto del Tequendama y la Laguna del Cacique Guatavita, lugar donde nació la Leyenda del Dorado.
Este es el páramo más grande del mundo y se encuentra en Bogotá. Fue declarado en 1977 Parque Nacional de Colombia. Pero antes de adentrarnos en esta aventura, te contamos qué son los páramos.
El páramo es un ecosistema de alta montaña característico de los Andes; también se le considera una “fábrica de agua” debido a su capacidad para captar humedad y actuar como regulador hídrico, dando origen a grandes y pequeños ríos que atraviesan el país. Es en este ambiente donde crece el frailejón, una especie endémica fundamental para la captación del agua, que actualmente está en peligro de extinción.
En Colombia, los páramos son ecosistemas protegidos y se prohíbe el uso de su suelo para la agricultura, ganadería, desarrollo inmobiliario y turismo de alto impacto, entre otros. Para llegar al Páramo de Sumapaz, puedes conducir unos 50 km desde Bogotá, pero se recomienda un auto adecuado para rutas montañosas. También puedes llegar en transporte público utilizando el TransMilenio y luego un autobús intermunicipal hacia el centro de Usme o Guatavita.
Otra opción es contratar un tour guiado, como los de humedalesbogota.com, que además de turismo, ofrecen actividades de siembra y educación para la conservación de los páramos. Recuerda que este es un ecosistema extremadamente delicado y necesita de tu atención para evitar la contaminación y promover su cuidado.
El Páramo de Sumapaz es un parque nacional que protege los páramos, ecosistema andino de alta montaña indispensable para la captación de agua. Crédito: Shutterstock.
A 30 km al suroeste de Bogotá se encuentra una legendaria cascada de 157 metros de altura. El Salto del Tequendama es un ícono de la historia bogotana, pues durante los siglos XVIII y XIX recibía todo tipo de viajeros nacionales e internacionales.
Entre 1923 y 1927, la exuberancia y belleza de esta cascada dieron lugar a la construcción de una edificación de arquitectura francesa que funcionó como estación terminal del Ferrocarril del Sur. El lugar fue nombrado Casa del Salto del Tequendama y contó con servicio de hotel y mirador.
La casa operó como estación hasta mediados de 1950 y posteriormente se consolidó como un reconocido restaurante y hotel que eran frecuentados por la aristocracia bogotana. Sin embargo, el lugar cayó en desuso y estuvo abandonado durante casi 30 años, hasta que en 2014, tras un arduo trabajo de rehabilitación, abrió sus puertas nuevamente como la Casa Museo Salto de Tequendama Biodiversidad y Cultura, en la que también funciona la Fundación Granja Ecológica El Porvenir (GEP).
El lugar está abierto al público y allí podrás conocer la historia e importancia del ecosistema del Salto, más allá de las leyendas de espantos que rodean el lugar. A pesar de la reducción de su caudal por el cambio climático y la contaminación, el bosque de niebla del Salto sigue prestando diversos beneficios en la producción de agua y captación de carbono de la ciudad.
Actualmente, la GEP promueve la declaratoria del Salto del Tequendama como patrimonio cultural y natural de Colombia.
Si deseas ampliar tu experiencia en la zona, muy cerca de la cascada, en el municipio de San Antonio del Tequendama, encontrarás la Reserva Natural de Chicaque, donde podrás recorrer más de 18 km de senderos ecológicos, realizar cabalgatas, tirolesa y canopy, además de hospedarte.
Esta es la laguna que inspiró la Leyenda del Dorado. Durante la Conquista, circularon historias sobre los rituales de los nuevos caciques muiscas. Según diversos relatos, al iniciar un nuevo mandato, el cacique se cubría de polvo de oro y lanzaba joyas y tesoros en medio de la laguna como ofrenda a los dioses. Una de las piezas más representativas de esta historia y del patrimonio artístico precolombino es la balsa muisca, hallada en 1969 y resguardada en el Museo de Oro de Bogotá.
Debido a la popularidad de esta historia, en varias ocasiones se intentó drenar la laguna, y aunque se encontraron algunas piezas de oro en la ladera, el gran botín de la leyenda nunca se encontró. Actualmente, la laguna forma parte del Parque Ecoturístico Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peña Blanca, administrado por la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR). Aquí se puede hacer senderismo en sus más de 600 hectáreas, realizar turismo contemplativo y hacer fotografías en sus miradores, así como visitar los centros Cusmuy, donde se degustan platillos típicos regionales.
En la página web parques.car.gov.co encontrarás recomendaciones para visitar el espacio. Es importante recordar que las mascotas no están permitidas y que es necesario ingresar con efectivo, pues las condiciones geográficas no favorecen los servicios de pago en línea.
En el Parque Ecoturístico Laguna del Cacique Guatavita y Cuchilla de Peña Blanca se disfrutan paisajes, caminatas, leyendas y, en los centros Cusmuy, platillos típicos regionales. Crédito: Shutterstock.
Descubre la magia escondida de las montañas de Bogotá y acércate al sistema de parques naturales de Colombia. Decenas de páramos, reservas y bosques están esperando tu visita para contar su historia y promover la responsabilidad compartida de la conservación.