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La identidad ribereña de Tlacotalpan tiene que ver con diferentes sensaciones y momentos: el pajarerío al alba, los colores intensos en cada calle, un trago de café caliente para quitarse el calor, una mordida a una concha con anís y los tantos versos que suenan a naturaleza.
Esta ciudad en la región del Sotavento (“donde azotan los vientos”) en Veracruz fue reconocida en 1998 por la UNESCO como Patrimonio Mundial, pero, además de su valor arquitectónico, aquí la vida se siente a flor de piel en lo que se hace, come y escucha.
Este poblado tiene su origen en la época prehispánica y su nombre proviene del náhuatl tlacotala, “tierra entre aguas”. La cultura totonaca pobló su terruño antaño, pero la migración ha sido constante. En el siglo xvi llegaron personas de España, y en los dos posteriores hubo intensa actividad comercial con ciudades como La Habana, Caracas, Guinea y Marsella.
El contexto ribereño del Papaloapan dicta actividades, hábitos y tradiciones. En sus cuadros, Ignacio Canela, artista plástico tlacotalpeño, lo representa como personaje principal. Podrás dar un recorrido en lancha por sus aguas: los pescadores locales ofrecen estos servicios.
Hay cuatro momentos festivos en Tlacotalpan: del 31 de enero al 9 de febrero se celebra a la Virgen de la Candelaria, del 26 al 29 de septiembre se llevan a cabo las fiestas de San Miguelito y a partir del 16 de diciembre, para La Rama, se recorren sus calles entonando cantos decembrinos y versos. Cualquiera de estas celebraciones es un momento que vale la pena vivir.
Música, danza y poesía jarochas, carpintería y laudería, pesca y ganadería, cocina tradicional y arquitectura vernácula conforman el mosaico cultural tlacotalpeño. Crédito: Shutterstock.
Para apreciar sus calles y recovecos, lo ideal es ir a pie o en bicicleta; puedes rentar una en Bicicleteando, junto a la parroquia de San Cristóbal. El parque Zaragoza es la plaza principal: recórrelo, cómete una nieve de coco o de jobo si es temporada. Conoce la parroquia de San Sebastián y el santuario de la Virgen de la Candelaria, hogar de la patrona de la población.
Los fines de semana es usual que haya tarimas y soneros haciendo su magia por las noches: especialistas musicales tocan jaranas primeras y segundas, leonas, quijadas, arpas y más, sin que falten bailadoras y bailadores mostrando su talento. Presta atención a las letras que van de lo poético a lo jocoso. El butaquito, El siquisiri, El balajú, La iguana y otras tantas canciones pueden ser parte del repertorio tradicional actualizado con improvisación y creatividad.
El Centro Cultural del Sotavento es un espacio que promueve y difunde las manifestaciones artísticas y culturales locales con exposiciones, talleres, charlas y otras actividades. Asimismo, verás en distintas tiendas muebles de cedro como sillones o mecedoras, así como ornamentos de cerámica y prendas de deshilado, bordados y tejidos de gancho.
Para hospedarte, Casa Jarochito tiene un precio accesible y, sobre todo, comodidad.
El río “de las mariposas” ha dictado desde hace cientos de años el ritmo de esta ciudad ribereña. Crédito: Shutterstock.
El Comedor doña Carmita (Lerdo de Tejada 626) es apapachador, económico y necesario a cualquier hora: huevos tirados con frijol y plátano macho, gorditas de anís o de frijol, empanadas y menús del día con pescados y mariscos. En el Mercado Teodoro A. Dehesa también hallarás antojitos y postres como el manjar de arroz o el dulce de almendra, además de artesanías y otros productos.
No puedes irte sin comer su pan en horno de leña: La princesa (Cayetano Rodríguez Beltrán 64) es una panadería que ofrece diferentes tipos de recetas con queso y empanadillas de guayaba. Otra más en esa calle es La Perla, mientras que El Baluarte (Lerdo de Tejada 24) ofrece tortas de queso, marquesotes y novias.
El popo es una bebida espumosa y refrescante que se prepara con cacao, arroz, canela y en algunos casos maíz, pero lo que es infaltable en ella es el chupipi (Gonolubus spp.), una planta trepadora de la familia de las Asclepiadáceas. Su sabor es perfumado, dulce y es una comida completa. Podrás probarlo en Popo y tamales Cande. Y para beber toritos, bebidas típicas con aguardiente y frutas, visita el Bar Blanca Nieves. Los de limón, guanábana, cacahuate y coco son los predilectos.
Tlacotalpan es reconocida en más de una guía de viaje por el encanto porfiriano de sus edificaciones, pero quienes la queremos desde hace tiempo, sentimos que es como la letra de Ramón Gutiérrez del grupo Son de Madera: “Caribe mar, sincopado del tiempo, que a contraluz, que convirtió en zapateado, el fandango afroandaluz”.