Crédito: Diego Berruecos.
Por Luza Alvarado
Vasco de Quiroga fue un humanista español que protegió a las comunidades indígenas del trato esclavista de los conquistadores. En Michoacán, fundó los llamados pueblos-hospitales, donde los indígenas recibían educación, salud, tierras para cultivar y un trato digno. Así, los purépechas pudieron conservar buena parte de su cultura, la cual se expresa en la riqueza artística, gastronómica y cultural que caracteriza a Michoacán.
Forman parte de la ruta de Tata Vasco. En Día de Muertos, sus cementerios se llenan de colores, música y sabor. Crédito: Shutterstock.
Morelia es el punto de partida de este viaje. Aquí Tata Vasco (tata significa abuelo para los purépechas) fundó el Colegio de San Nicolás, la primera universidad novohispana en admitir estudiantes indígenas.
La ruta sigue hacia Tzintzuntzan, donde el legado de Tata Vasco vive en las manos de los artesanos, cuyas piezas de alfarería, cestería y tallado en madera se venden en el mercado local. Junto a la zona arqueológica, con vista al lago, está también el cementerio, que en Día de Muertos se viste de cempasúchil.
Dicen que Santa Fe de la Laguna, donde don Vasco fundó un pueblo-hospital, sirvió de inspiración para la película Coco. Sea o no cierto, lo interesante es que el legado de Vasco de Quiroga se perpetúa en los talleres donde las manos artesanas crean impresionantes piezas de barro vidriado.
Pátzcuaro es más que mágico. Aquí Tata Vasco fundó el primer seminario de la Nueva España y un colegio para niñas (algo revolucionario en su momento) y mandó construir la célebre Basílica de Nuestra Señora de la Salud. Una estatua en la plaza principal honra su legado.
No te faltarán opciones para comer cocina tradicional. Atoles, tamales, pescados, atápakuas y mil delicias más sirvieron de base para la declaratoria de la cocina mexicana como Patrimonio de la Humanidad.