Crédito: Getty Images.
Existen muchas opciones para vacacionar en la península al sureste de México, pero si alguna vez has visitado el estado de Yucatán, ya sabes que como éste no hay dos. Sus grandes plazas bordeadas por arquitectura colonial, sus carreteras que atraviesan la densa vegetación que cobija cenotes y manglares, sus casonas con albercas y hamacas enclaustradas en tranquilas calles cuadriculadas, los coloridos platillos resultantes del encuentro de dos mundos… Todo esto y más convierte a Yucatán en uno de los destinos predilectos del sureste mexicano.
Te recomendamos iniciar tu exploración yucateca en su capital, Mérida, una ciudad que puedes tomar como base para hacer excursiones de ida y vuelta.
También conocida como la “Ciudad Blanca”, ha cautivado a viajeros nacionales y extranjeros por la singular belleza de sus edificios, comida y cultura, que son resultado de un proceso de mestizaje que conserva la tradición a la vez que se reinventa y actualiza.
En el Centro Histórico de Mérida encontrarás la Plaza Grande, una de las más amplias del país. En el corazón de la plaza hay un concurrido y pintoresco parque donde podrás sentarte en las famosas bancas confidentes que miran en direcciones opuestas, tomarte una foto y disfrutar de una marquesita o un helado. Aquí puedes admirar la catedral más antigua del país, la de San Ildefonso, además de apreciar las piezas de arte moderno en el Pasaje de la Revolución, a un costado de la iglesia.
Vale la pena visitar la Casa de los Montejo, actualmente convertida en museo y casa de cultura, y echarle un ojo a los murales de Fernando Castro Pacheco en el Palacio de Gobierno. A unas cuadras de Plaza Grande se encuentran el mercado de artesanías García Rejón y varios espacios de recreación cultural como el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (macay) y el Palacio de la Música.
Obra del escultor Rómulo Rozo, el monumento que remata el Paseo Montejo es el representante más visible del estilo neomaya de mediados del siglo xx.
Crédito: Getty Images.
Camina por la Calle 60 de Mérida, donde encontrarás tiendas de souvenirs y ropa de lino, hasta llegar al Parque de Santa Lucía. En las inmediaciones hay muchos restaurantes en los que podrás degustar la auténtica sazón yucateca: te recomendamos que pruebes La Chaya Maya Casona o el Museo de la Gastronomía Yucateca.
El centro de Mérida no se queda corto en oferta de bares y vida nocturna. Salón Gallos es una excelente opción con su propuesta gastronómica yucateco-libanesa, wine bar, cine y galería de arte, todo albergado en una antigua fábrica de avena. Si tienes ganas de escuchar buena música, en Dzalbay Cantina ofrecen noches de jazz y blues. Y si te quedaste con hambre para la cena, Mercado 60 tiene una amplia selección gastronómica: desde panuchos y salbutes de cochinita pibil hasta comida libanesa, japonesa, italiana y norteamericana, además de coctelería de autor y buen ambiente bajo una hermosa enredadera con guirnaldas de luces y papel picado.
Esta antigua fábrica de avena alberga uno de los centros culturales y gastronómicos más importantes de la Ciudad Blanca.
Crédito. Cortesía Salón Gallos.
Otro recorrido obligatorio de la capital yucateca es Paseo de Montejo, nombrado así en honor a Francisco de Montejo, quien fundó Mérida sobre los vestigios del asentamiento maya T’ho en 1542. Esta avenida data de finales del siglo xix, durante el auge de la industria henequenera, y se inspiró en el estilo francés neoclásico de amplios bulevares y palacetes tallados en mármol y cantera. Hoy en día, las lujosas casonas albergan museos, hoteles, boutiques, bancos, entidades gubernamentales y locales comerciales. Te recomendamos aprovechar la biciruta de los domingos para rentar una bici y pasear por sus edificios, restaurantes, bares y heladerías.
Uno de los negocios favoritos de los locales es El Colón, una heladería que lleva abierta poco más de 116 años y se ha mantenido así gracias a sus helados, sorbetes y champolas de fruta natural; los sabores más interesantes son guanábana, pitahaya, zapote, anona, nance, saramuyo y crema morisca. Y si quieres asomarte a una casona, puedes ir a La Quinta Montes Molina, una casa museo con decoración de la época, o bien, a las Casas Gemelas que albergan la casa museo Montejo 495. En ambos podrás sentir que viajas al esplendor henequenero de Yucatán.
La antigua casa palaciega del general Francisco Cantón, sobre el Paseo Montejo, es hoy el Museo Regional de Antropología e Historia, que reúne piezas mayas de incalculable valor artístico.
Crédito: Getty Images.
Existen muchas opciones cercanas a la ciudad para escapar del calor y sumergirse en las aguas cristalinas, ya sea en el mar, en un cenote o un ojo de agua rodeado por manglares. En Puerto Progreso, además de disfrutar de la blanca arena y el mar, puedes pasear por el malecón y comer en uno de sus múltiples restaurantes playeros, como Maya KA o Scappata. No olvides tomarte una foto en el faro y caminar por Calle 84 para obtener la mejor vista del muelle.
Otra experiencia que no puede faltar en cualquier viaje a Yucatán es el nado en un cenote, y afortunadamente hay muchos cercanos a la ciudad de Mérida, como Xlacah (dentro de la zona arqueológica de Dzibilchaltún), Sambulá y San Antonio Mulix. Si buscas una experiencia única, debes ir a los cenotes de Cuzamá, ubicados dentro de la Reserva Estatal del Anillo de Cenotes; aquí podrás ver tres cenotes subterráneos y semiabiertos en unas horas a bordo de un “truck” jalado por un caballo sobre los rieles que solían usar los trenes para transportar el henequén. Si prefieres los cenotes al aire libre, dirígete a Homún y visita los que quieras en tu auto por $30-50, o contrata un mototaxi por $250-300 y visita los tres cenotes de tu elección.
Toda la península de Yucatán está llena de cenotes para refrescarse y disfrutar de la naturaleza. En algunos, como el de Chichén Itzá, no es posible nadar, pero sus leyendas no te decepcionarán.
Crédito: Shutterstock.
El Pueblo Mágico de Izamal, a una hora de Mérida, es conocido como la “Ciudad Amarilla” porque fue pintado de ese color tras la visita del papa Juan Pablo II al Convento de San Antonio de Padua, un precioso recinto franciscano con el segundo atrio cerrado más grande del mundo. Tras visitar el convento, puedes hacer un recorrido en bici, tomar fotos de sus pintorescas calles, visitar sus sitios arqueológicos y sus plazas, y disfrutar de las delicias regionales; en especial, te recomendamos el restaurante Kinich.
Sigue tu recorrido hacia Valladolid, otro Pueblo Mágico con plazas, un colorido mercado, artesanías y delicias locales como los lomitos o la longaniza ahumada. A pocos minutos está el cenote Xcajum, uno de los más grandes de la región.
Si tu viaje coincide con la temporada de flamencos, no dejes de visitar la Reserva de la Biósfera Celestún para disfrutar del espectáculo que brindan estas hermosas aves rosadas, adentrarte en los manglares a bordo de un kayak o sumergirte en uno de sus ojos de agua. En sus playas tranquilas podrás pasar el día contemplando la blancura de la arena y el vuelo de las aves que rondan la reserva.
No importa si estás planeando un viaje de aniversario, unas vacaciones familiares, si quieres ir a descansar a una casona o una hacienda sabiamente restaurada o si buscas actividades ecoturísticas para conectar con la naturaleza: Yucatán es anfitrión de culturas ancestrales, Pueblos Mágicos, maravillas del mundo, patrimonios de la humanidad, platillos que deleitarán tu paladar y vistas que te quitarán el aliento. Todo esto y más lo convierte en un destino de categoría mundial que no te arrepentirás de agregar a tu bucket list.