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Fundado en el siglo XVII a la orilla del río Yaqui, Cócorit es uno de los ocho pueblos tradicionales donde, con la llegada de los jesuitas, los yaqui se agruparon sin perder su identidad, a pesar del destierro y los conflictos bélicos. Las calles de este pueblo apacible están llenas de color, sus muros están pintados con imágenes de pájaros, mientras que esculturas colosales muestran el talento que caracteriza al pueblo de “los de la voz fuerte”, con una sólida identidad cultural.
Bienvenido a Cócorit, bienvenido al mundo yaqui.
Cócorit es un pueblo famoso por sus danzas, en las cuales el catolicismo se sumó sin opacar la relación que tienen sus habitantes originarios con la naturaleza. “Tienen muchos rituales que vienen desde la época prehispánica —explica Ana Laura Aguilar, directora del Centro Cultural Yo’o Joara, en Cócorit—. Con la llegada de los jesuitas, hicieron una sincronía y tienen ya amalgamada la parte religiosa (del catolicismo). Danzas como la del venado o del pascola y la comida tradicional también cambiaron”.
Las fiestas se celebran durante todo el año en las comunidades yaqui, donde sus habitantes ofrecen alimentos y bebidas a todos aquellos que quieran compartir su alegría. La fiesta principal es la del santo patrono de Cócorit, San Juan, y la tercera semana de junio se celebra con una gran feria, orgullo regional.
En el Centro Cultural Yo’o Joara, en Cócorit, puedes conocer la historia, la gastronomía, las fiestas, el arte y otras expresiones cotidianas del pueblo yaqui, que se mantiene vivo. Crédito: Shutterstock.
Las primeras cartas de relación de los misioneros jesuitas contaban que esta tierra era y es de gente trabajadora e inusualmente alta para los estándares mexicanos: más de 1.80 metros en los hombres, y alrededor de 1.70 en las mujeres. Además, los yaqui tienen talento para las labores más minuciosas. Sus artesanías (que van desde las máscaras de venado o fariseos hasta sonajas), sus danzas y su música hablan de la sensibilidad de un pueblo lleno de gigantes amables. Muestras de su talento se pueden adquirir por todo el pueblo, especialmente en el Centro Cultural Yo’o Joara, que además de tener piezas a la venta, también ofrece talleres.
Aunque los yaqui llevan cientos de años en estas tierras, no son una cultura de museo: cuando se visita Cócorit, se puede sentir su presencia en todo el lugar. Su música es una voz que guía la vista hacia luminosos atuendos y colores dorados en sus dulces y conservas. “No te puedes imaginar el talento que tienen para componer canciones, tienen muchísimo talento musical y esto viene de todas sus tradiciones. Cuando los escuchamos, nos damos cuenta de que para ellos tocar el violín, la guitarra, todos estos instrumentos, les viene muy fácil”, cuenta Laura Aguilar.
Aguilar está al frente del Centro Cultural Yo’o Joara, en Cócorit, un espacio que tiene como objetivo vincular la historia con la cotidianidad de este pueblo sonorense que se mantiene vivo. “Cuando vas al Museo de los Yaquis —que también está en Cócorit—, puedes encontrar la historia: cómo viven, su vestimenta… Pero acá en el Centro Cultural presentamos la cultura viva”, señala la directora. “Acá montamos la Danza del Venado, puedes ver la elaboración de alimentos tal como sucede en las comunidades, obviamente en vinculación con el pueblo yaqui”, aclara.
Por todo lo anterior, una visita imperdible en Cócorit es el Centro Cultural Yo’o Joara, que en lengua yaqui significa “lugar de encanto”. Su objetivo es generar un espacio para el diálogo intercultural que permita el reconocimiento y la valoración de estas prácticas. “Además, con los saberes del medio ambiente, rescatando la memoria, también trabajamos con la historia de lo que está sucediendo ahora y fomentamos la participación y el sentido de la comunidad”, concluye Laura.
La recomendación para visitar Cócorit es de septiembre a junio, cuando el sol sonorense es más benévolo. Además de llevar la cámara lista para apreciar el mariposario y el jardín con especies endémicas de la región, hay que asegurarse de tener espacio en la maleta para regresar a casa con mermeladas, coyotas, empanadas y coricos, delicias locales con las que los yaquis comienzan sus jornadas.
Si vuelas con Viva a Ciudad Obregón y quieres escaparte a Cócorit, no dudes en tomar el autobús turístico llamado Yaquibus, que por 150 pesos te lleva desde la ciudad al pueblo para ver los museos y comer algo en un restaurante. En dos horas estarás de vuelta. Si vas en auto propio o en transporte, puedes parar a medio camino para visitar la laguna del Nainari, espacio natural que los amantes del aire libre disfrutan por su tranquilidad.
Los arroyos que conforman el río Yaqui forman parte del paisaje que rodea Cócorit, un pueblo lleno de encanto a pocos minutos de Ciudad Obregón. Crédito: Shutterstock.
Ahora que ya conoces algo sobre la riqueza de Cócorit, convierte tu próximo viaje a Ciudad Obregón en una experiencia cultural enriquecedora y diferente.