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Crédito: Shutterstock.

Destino del mes

Veracruz: delicioso y aventurero

Por Diana Olvera Dander

Veracruz es más que la Villa Rica o la Puerta de América: es playa, selva y valle donde sabores del mar y cafetales te reciben en cada rincón. Con la guía de un experto, te llevamos a conocer los lugares más representativos de la tierra del danzón.

El territorio veracruzano es tan extenso que colinda con siete estados y con el Golfo de México. Húmedo, con clima tropical y un aire de nostalgia, Veracruz es una mezcla que danza entre sus raíces prehispánicas, africanas y europeas. 

Para conocer algunos de sus lugares más representativos, así como algunos secretos, esos que a los turistas se nos pasan de largo, buscamos a un veracruzano experto que nos guiara durante cinco días en un viaje con mucho corazón y sabor: Alfredo Villegas, el emprendedor detrás de la Ruta del Brujo y Brujitours. De su mano, fuimos del puerto a las cascadas, a las islas, a los museos y a las delicias que nos llenaron el alma.

Tras un desayuno, nos dirigimos a La Antigua, Veracruz, explorando vestigios de la Conquista: casa de Cortés y Ermita del Rosario. Crédito: Shutterstock

Donde nace el agua

Despertar en Veracruz y no tomar un café sería un pecado. Y estando en el puerto de Veracruz, punto de partida de este viaje, hay que pasar a alguna de las dos sucursales de Ímpetus, una boutique tostadora de café que ofrece una extensa variedad tanto en origen de granos como en proceso. En su menú podemos encontrar varias opciones de desayuno, como los tirados, unos tacos de huevo envueltos en hoja de plátano acompañados con salsa macha.  

IG: impetus.mx

Ahora sí, luego de un buen desayuno, estamos listos para agarrar camino hacia La Antigua –la primera capital de Veracruz– para toparnos con los restos que dejó la Conquista, como la casa de Hernán Cortés, el primer edificio construido por los españoles en tierras veracruzanas del cual solo se conservan algunas paredes entrelazadas con las ramas de los árboles que crecieron a su alrededor. También visitamos la Ermita del Rosario, la primera iglesia en América edificada por frailes franciscanos. 

De Antigua, nos dirigimos a las dunas de Chachalacas, también conocidas como El Sabanal. La adrenalina comienza a fluir en cuanto miramos las enormes dunas costeras color ocre. La diversión varía según el nivel de emoción que se quiera: ir a gran velocidad en una cuatrimoto, practicar sandboard o volar en parapente. 

El siguiente punto en nuestro recorrido es Nace El Agua. Aquí se origina el río Actopan, que desemboca precisamente en la playa Chachalacas. El sonido de sus cascadas transparentes nos guía hasta las pozas y no podemos resistirnos a saltar al agua. Este espacio es el escenario perfecto para actividades de ecoturismo como senderismo, rafting, rappel y tirolesa. 

Hay quienes optan por terminar el día acampando en Nace El Agua, pero nosotros vamos por una recompensa más en San Julián, un pequeño poblado con una gran laguna. Aquí se oculta un tesoro para el paladar, la Palapa Yoyis, donde nos esperan el mejor caldo de camarón y una deliciosa mojarra al mojo de ajo. 

El Sabanal, mejor conocido como las dunas de Chachalacas, son un punto costero muy interesante para practicar sandboard o simplemente mirar el atardecer. Crédito: Shutterstock.

Rincones naturales en el puerto

La mañana arranca con un desayuno en Mardel. Su comida es reconfortante y sabrosa, al igual que la atención de su personal. Sin embargo, es su vista al mar lo que conquista a todos los que visitan este restaurante. 

IG: @mardelrest

Después, nos vamos hacia Antón Lizardo para embarcarnos a la Isla de Enmedio, un pedacito de tierra que parece robado del Caribe. Se encuentra en medio del mar abierto y los arrecifes coralinos, pues forma parte del Sistema Arrecifal Veracruzano. Su protección y cuidado son muy estrictos: aunque puedes practicar snorkel y otras actividades, solo se puede permanecer en la isla durante dos o tres horas y la visita se hace con un guía certificado. 

 

En el bosque tropical de Actopan se encuentran una serie de manantiales y arroyos cristalinos perfectos para nadar. Crédito: Shutterstock.

Ya instalados en el ánimo aventurero, Alfredo nos lleva a conocer Mandinga, un pueblo afrodescendiente donde hay una laguna cuyos manglares atraen por igual a biólogos que a aventureros. Las opciones aquí son viajar en lancha para observar a las garzas, pelícanos y gaviotas, o bien, remar en kayak hasta la Isla de las Conchas. 

De vuelta en el puerto, nada mejor que caminar al atardecer por el malecón y ver las embarcaciones que llegan y se van, disfrutar la caida del sol con el fuerte de San Juan de Ulúa al fondo y no dejar pasar el antojo de comerse una nieve, unos esquites o unas glorias, los raspados jarochos de hielo con plátano machacado, jarabe de frutas, leche condensada, vainilla, canela e ingredientes varios que dicta la imaginación.

Visita el fuerte de San Juan de Ulúa en Veracruz, una fortaleza construida con un estilo llamado traza italiana. Crédito: Shutterstock.

De los cafetales al bosque

Salimos nuevamente del puerto de Veracruz y comenzamos el día temprano para dirigirnos hacia la zona cafetalera ubicada entre Xalapa, la capital del estado, y Coatepec, pero primero nos detenemos a almorzar en el Parador Cerro Gordo. Nos reciben con un plato de frijoles de olla de barro y tortillas hechas a mano, seguidos de unas picadas con cecina y salsita molcajeteada. Al final, la especialidad de la casa: un plátano asado con crema. 

Llegamos hasta Finca Roma, donde se produce el café Bola de Oro. Recorremos los cafetales para aprender cómo crece la planta y el proceso de corte, secado y tostado. Luego visitamos su Museo y, como Alfredo nos explica, “después de vivir el proceso, la gente empieza a conocer y entender el valor de una taza de café”. Cerramos la experiencia con una deliciosa degustación sensorial. 

A menos de media hora se encuentra Xalapa, famosa por su humedad y su clima frío, sus callejones empedrados y su ambiente bohemio. Visitamos el Museo de Antropología de Xalapa, que alberga casi 25,000 piezas, algunas monumentales, de las culturas olmeca, totonaca y huasteca. En el centro, hacemos una parada en la Galería de Arte Contemporáneo, un espacio para apreciar la creatividad en disciplinas artísticas como videoarte, escultura, pintura y mucho más. Lecturas, conciertos, talleres, conciertos y obras de teatro forman parte de la oferta cultural. 

Terminamos este día descansando en Amapá, en el municipio de Xico, en unas cabañas en pleno corazón del bosque de niebla. Los sonidos del agua en las cascadas cercanas resultan perfectos para relajarnos y recargarnos de energía.

En las islas del Sistema Arrecifal Veracruzano, frente a las costas del puerto, podrás descubrir la vida submarina haciendo snorkel. Crédito: Shutterstock.

El puerto: acuático y danzonero

Como nos quedamos con ganas de nadar más y divertirnos, nos lanzamos al Aquatico Inbursa, un parque con atracciones para todas las edades. Toboganes con caídas verticales de más de 15 metros, albercas de olas y un río rápido para recorrer en llantas inflables. Si vas con niños pequeños, pueden estar en la Kids Zone y Aquaplay. Para comer, se puede elegir entre los puestos de snacks, restaurantes y zona de fast food

aquaticoinbursa.com.mx

Para cerrar el viaje, nos relajamos en los portales del Centro Histórico. Hay varios restaurantes donde se puede tomar una cerveza, un torito o un café mientras se disfruta la vista sobre la plaza, donde los amantes del danzón entregan sus mejores pasos. En este punto, fue inevitable comenzar a sentir algo de nostalgia por tener que partir. 

Xico, en el corazón del bosque de niebla, alberga cafetales, deliciosos moles y platillos veracruzanos, así como cascadas de gran belleza. Crédito: Shutterstock.

La belleza y diversidad de Veracruz es tanta que cinco días no bastan para descubrir sus encantos y secretos. Y ese es el mejor pretexto para volver. Vuela con Viva Aerobus y descubre estas y otras experiencias con el experto veracruzano @brujitours.

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