El arte del vino mexicano: una copa se llena con lo mejor de Baja California, donde tradición e innovación se encuentran. Un brindis por los sabores únicos de la región.
itinerario
Valle de Guadalupe
Un viaje a su lado más sostenible
Por Wendy Pérez / Fotos: Gilberto Hernández y Cortesía MYA Hotel Boutique
En esta zona de Baja California se produce más del 80% del vino mexicano; sin embargo, hoy son pocos los proyectos que buscan conservar la vocación agrícola con la que nació el Valle de Guadalupe. Aquí te presentamos un viaje para conectar con su esencia original.
Los olivos crecen en esta tierra fértil donde la naturaleza se une con la tradición para ofrecer productos auténticos y de calidad.
La zona vinícola de Valle de Guadalupe, en Baja California, sigue siendo una alternativa para quienes viajan para conectar consigo mismos y con la naturaleza. Esto se debe principalmente a su esencia agrícola, pues este valle, ante todo, es un pequeño territorio que produce valiosos alimentos, entre ellos uno que lo hizo abrirse al mundo: la uva. Si eres de las personas que viajan para vivir experiencias apegadas al terruño, este itinerario de fin de semana no te defraudará.
En el corazón de un huerto orgánico, hay un compromiso que refleja la pasión y el esfuerzo detrás de cada cosecha
Punto de partida: MYA Hotel Boutique
Si te quieres hospedar en plena Ruta del Vino, a unos pasos de la carretera que conecta con los diversos valles y vinícolas, la opción se llama MYA. Este hotel boutique es un sueño familiar de Miguel y Ange que se materializó en septiembre de 2023. Tiene menos de 10 habitaciones, alberca, canchas de pádel, spa y una atención que te hará sentir como en casa.
Si a esta ecuación le sumamos Olivea Farm to Table, su espacio gastronómico recomendado por la Guía Michelin, la estadía es inolvidable. Al frente de Olivea están Rafael Magaña y Eduardo Zaragoza, dos chefs con gran trayectoria que llevan a otro nivel los productos que cosechan de sus huertos orgánicos y que combinan, en los diversos menús que ofrecen, con la grandeza marina de Ensenada y el vino de la zona.
La frescura de una cosecha que refleja la esencia de la tierra y el trabajo artesanal que transforma la naturaleza en un vino excepcional.
Tanto Miguel como Ange se han enfocado en generar prácticas que aminoren el impacto de su paso por el Valle, como la reutilización de aguas residuales para regar sus espacios, la creación de jardines resistentes a la sequía y falta de agua que caracterizan a la región, el diseño energético sostenible en todo el complejo y la agricultura orgánica y de proximidad con proveedores y socios locales. Piezas fundamentales para materializar, junto a los chefs, recetas como la pesca del día con puré de apionabo, el pulpo a la parrilla con mole blanco o unas ciruelas caramelizadas con sorbete de albahaca morada. Pero, sin duda, lo mejor de MYA será siempre su hospitalidad y el cuidado esmerado al descanso de sus huéspedes.
En el Valle de Guadalupe aún existen proyectos vinícolas con prácticas sustentables y respetuosas del origen agrícola de la región. Crédito: Diego Berruecos.
Mogor Badan, el corazón del Valle
A menos de 10 minutos de MYA está la vinícola Mogor Badan, un proyecto que nunca me cansaré de sugerir a quienes quieren conectar con el corazón que hace latir al Valle de Guadalupe: la agricultura regenerativa. Natalia Badan y su familia han sido pioneros, desde 1994, en la vocación de hacer vinos al ritmo de la tierra, con etiquetas que hoy son icónicas, como Mogor Badan, Arrebol, Chasselas y Pirineo.
En sus viñedos, enclavados en el cerro del Mogor y cubiertos de chaparral, los Badan cuidan sus uvas sin el impacto de pesticidas y fertilizantes desde hace más de una década, además de crecer un huerto orgánico donde producen vegetales y salvaguardan colmenas.
MYA es un hotel boutique que comparte la visión de hospitalidad y sustentabilidad de las bodegas más respetadas del Valle de Guadalupe. Crédito: Cortesía MYA Hotel.
Si tienes la suerte de coincidir con Natalia y Alberto Rubio, su enólogo, estarás escuchando a los principales defensores de la vocación agrícola y del enoturismo responsable en la Baja.
IG: @mogor.badan
Programa tu visita llamando al (52) 646 245 0761.
Un viaje al lado más sustentable del Valle de Guadalupe es una forma de apostar por la preservación de los suelos agrícolas. Crédito: Diego Berruecos.
Vinos Pijoan, la apuesta regenerativa
Adentrándose un poco más al Valle —también a 10 minutos de MYA—, Vinos Pijoan es otra visita imperdible. Aquí, padre e hijas continúan con una pasión que comenzó a manera de hobby para Pau Pijoan en 2002.
Su primera etiqueta, Leonora, actualmente en el mercado, marcó su camino tras ser uno de los primeros egresados de La Estación de Oficios del Porvenir, “La Escuelita”, un espacio fundado por el enólogo Hugo D’Acosta y enfocado en el aprendizaje de los oficios regionales relacionados con las uvas y las vides.
Los chefs Rafael Magaña y Eduardo Zaragoza llevan a otro nivel los productos del huerto orgánico y los combinan con la grandeza marina de Ensenada y el vino de la zona. Crédito: Cortesía Olivea.
Ahora su bodega, rodeada de viñedos de agricultura regenerativa que sigue principios orgánicos y biodinámicos, resulta un verdadero oasis para tomar el pulso del vino clásico que elabora Pau, así como de las nuevas intervenciones y vinos naturales que su hija Silvana suma a la propuesta de la bodega, con etiquetas tan destacables como Vino Pelón, un blend con los frutos del viñedo de casa y sin aditivos.
IG: @pijoanvinos
Reserva tu visita al teléfono (52) 646 127 1251.
Olivea Farm to Table, restaurante recomendado por la Guía Michelin, forma parte de MYA y repite las prácticas sustentables del hotel. Crédito: Cortesía Olivea.
La Carrodilla, agroecología y sabores con estrella
En esta exploración sostenible por Valle de Guadalupe no te puedes perder La Carrodilla (una joya a 20 minutos de distancia de MYA), que surgió en 2011 como un proyecto anexo y agroecológico de la familia de Fernando Pérez Castro, fundadores también de la vinícola Lomita.
En La Carrodilla se promueve la microbiología en el suelo; gracias a ella tienen varios vinos orgánicos, como Árbol y otras etiquetas guiadas por el enólogo Gustavo González. De hecho, estos vinos fueron los primeros en México en tener certificación orgánica en campo y bodega.
La visita a La Carrodilla también permite ver sus huertos orgánicos y la cría de ganado ovino, caprino y bovino para producir lácteos. Además, aquí también tienen colmenas que generan deliciosas mieles y conservas, a la venta en el lugar. Reserva tu visita al teléfono (52) 646 978 1345.
La experiencia se completa con el menú que la chef Sheyla Alvarado presenta en Lunario, restaurante con estrella verde de la Guía Michelin y que es parte de Lomita, muy cerca de La Carrodilla.
IG: @lunario.valle
Viñas del Sol, tierra sana
Muchos ubican a Viñas del Sol por el nombre de su vino icónico, Santos Brujos, pero detrás de esas etiquetas está el primero y único proyecto mexicano con certificación orgánica y biodinámica.
Ubicado a unos 15 minutos de MYA, Viñas del Sol trabaja con una filosofía muy clara: “tierra sana, planta sana, uva sana”. Su propietario, Sergio Salgado, comenzó en 2012 por este camino, mucho antes de que la palabra “sostenible” se colocara en el imaginario cotidiano.
Su espacio es una granja en la que conviven vides, cítricos, olivos, plantas ornamentales, medicinales y para consumo animal, pues los animales e insectos son necesarios para el equilibrio que caracteriza a Viñas del Sol. En el lugar destacan su viñedo fibonacci —formación espiral perfecta, utilizada en el cultivo orgánico— y su hermosa cava subterránea.
Viñas del Sol se abrió recientemente a las visitas, pero de manera muy controlada, pues su prioridad durante años ha sido, ante todo, defender el ecosistema. Reserva tu visita al teléfono: (52) 646 236 0359.
IG: @santosbrujos
Cada una de estas bodegas permite un acercamiento integral al mundo del vino, por ello es muy importante que organices bien tu itinerario, pues seguramente querrás pasar más tiempo del que estimaste. Además, es importante que evites ciertas fechas, como las Fiestas de la Vendimia (generalmente en el mes de agosto), para que tengas una experiencia más tranquila.
Recuerda que es fundamental reservar con antelación. Y una vez en sus instalaciones, pregunta por sus fundadores; si andan por ahí, será una joya que puedas platicar con estos viticultores que han sido clave del surgimiento y, sobre todo, del prestigio y de la conservación agrícola de la zona de Valle de Guadalupe.
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