Crédito: Melba Arellano.
Todos Santos ha sido hogar de tribus guaycuras y pericúes, sede de misiones religiosas, cuna de artistas e intelectuales y, recientemente, un secreto a voces conocido por su hospitalidad, precios accesibles y paisajes de ensueño.
Ubicado entre La Paz y Los Cabos, este pueblito costero se ha popularizado como destino predilecto de surfistas, mochileros y entusiastas de la cultura gracias a sus playas tranquilas, hospedajes únicos y a que cuenta con una importante presencia artística.
Prueba de esta vocación son el Festival del Arte y el Festejo de Reggae, celebrados en febrero, la Feria de Cine Latino en marzo y las fiestas patronales en octubre. Entre sus muchas galerías destaca una especializada en litografía y xilografía llamada La Sonrisa de la Muerte, donde es posible comprar piezas de artistas gráficos latinoamericanos y europeos. Y aunque solamente quieras llevarte un recuerdito, no dudes en caminar por las calles de Todos Santos y recorrer el Mercado Artesanal Cielito Lindo: son un deleite para los sentidos.
Para abrir el apetito, Oystera y Jazamango son dos excelentes opciones si quieres probar algo de la oferta gastronómica local. No te vayas de Todos Santos sin haber visitado DoceCuarenta Café para degustar su menú de desayunos y bebidas.
En Todos Santos aún es posible disfrutar de su mar zafiro en playas tranquilas y prácticamente desiertas como Playa Cerritos y Punta Lobos. Aunque si tienes algo más animado y lujoso en mente, también hay clubes de playa y spas como los de Guaycura Boutique y El Faro.
Después de pasear por las pintorescas calles de Todos Santos, puedes caminar en la playa Punta Lobos hasta El Faro Beach Club & Spa.
Crédito: Melba Arellano.
Todos Santos es un oasis de colores y tradición cuyos edificios coloniales, oferta gastronómica y hotelera para todos los presupuestos y playas solitarias lo convierten en un destino sin parangón.