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HABITAT

Sur de Quintana Roo

De corazón maya

Por Ivett Rangel

Oxtankah, Dzibanché, Kinichná e Ichkabal son cuatro joyas arqueológicas entre Chetumal y Bacalar. Juntas, conforman una ruta que cuenta la historia de una civilización milenaria.

Los viajeros que aman la historia y la naturaleza no podrán dejar pasar esta experiencia arqueológica en la selva maya. Se trata de un recorrido por cuatro fascinantes ciudades antiguas, tres recién remozadas y otra apenas descubierta. Solo hay que volar a Chetumal para que el camino comience a revelarse. 

Primera parada: Oxtankah

Esta antigua ciudad está ubicada a un escaso kilómetro de la bahía de Chetumal. Oxtankah significa “En medio de tres pueblos”, fue un importante centro comercial costero y actualmente es la zona arqueológica más grande e importante de la bahía de esta capital. Al explorar los vestigios, se puede imaginar la vida cotidiana de sus habitantes y su conexión con el mar, mientras se disfruta la sombra que regalan los árboles y el silencio dominante. 

Las estructuras de Oxtankah, aunque modestas en comparación con otras zonas, poseen un encanto sereno, especialmente la Estructura IV, con su estuco modelado, y La Capilla, construida en 1528 con piedras de estructuras prehispánicas y como marca de la verdadera cuna del mestizaje ligado al nombre de Gonzalo de Guerrero. Esta es una de las tres capillas católicas
—junto con las de Boca Iglesia, al norte de Quintana Roo, y Dzibilchaltún, en Yucatán— que se levantaron en un entorno prehispánico.

Segunda parada: Dzibanché y Kinichná

Hay que adentrarse aún más en la selva para descubrir Dzibanché, cuyo nombre significa “Escritura en madera”. Este sitio, que alguna vez fue la capital de la poderosa dinastía Kaanu’l, alberga impresionantes plazas ceremoniales, pirámides que se elevan entre la vegetación y el Friso de la Montaña Florida, en la parte norte del Templo de los Cormoranes, que roba la atención con sus símbolos y diseño.
La majestuosidad de Dzibanché es palpable y la sensación de estar rodeado por la inmensidad de la naturaleza es sobrecogedora. Es un centro conectado a otras grandes urbes mayas.

A dos kilómetros de Dzibanché se encuentra Kinichná, que significa “Casa del Sol”. Este sitio, más pequeño pero igualmente fascinante, destaca por su gran Acrópolis de 35 metros de altura dedicada al dios solar Kinich Ahau, donde se encontraron siete entierros, todos hijos de un mismo gobernante. La vista desde la cima de esta pirámide es espectacular y da una clara visión de cómo era una ciudad maya en su esplendor.

Se creía que Dzibanché y Kinichná eran dos ciudades distintas, pero es una sola, con más de 60 kilómetros de extensión y con varias áreas cívico-ceremoniales y residenciales.

Kinichná forma parte de una nueva ruta arqueológica en Quintana Roo que combina historia y mucha naturaleza. Crédito: Cortesía CPTQR.

Tercera parada: Ichkabal

Esta ciudad, oculta bajo la selva durante siglos, recibe visitantes desde enero de 2025. Este “Lugar entre bajos” es un verdadero tesoro arqueológico que apenas está siendo develado, pero que ya es testimonio del poder y la sofisticación de la civilización maya. 

La sensación de ser de los primeros viajeros en recorrer este lugar tan virgen y lleno de misterios es indescriptible. Sus enormes pirámides, plazas y altares evocan una época de esplendor, una historia que aún está por contarse. Su edificio principal es digno de admiración no solo por su altura de cerca de 40 metros y 200 metros de base, sino por los rasgos arquitectónicos de toda el área, enriquecida con edificios estilo Petén y mascarones de grandes dimensiones. 

Este complejo se conecta con Dzibanché y Kinichná por un sistema de caminos mayas, los llamados sacbé, evidenciando el enlace comercial existente en su momento y posicionando al sur de Quintana Roo como uno de los epicentros arqueológicos de la península. 

Oxtankah, Dzibanché, Kinichná e Ichkabal son cuatro joyas arqueológicas de reciente apertura, y el complemento perfecto de un viaje a Bacalar o Chetumal. Crédito: Cortesía CPTQR.

Esta ruta es el complemento perfecto de un viaje a Bacalar o a Chetumal. En ambos destinos encontrarás empresas que realizan estos recorridos. Dado que estas zonas están rodeadas de selva, se recomienda llevar ropa ligera y fresca (manga larga y pantalón), calzado cómodo, sombrero y gafas de sol, bloqueador solar, repelente de insectos biodegradable y agua. No se permite el acceso con otro tipo de bebidas embotelladas o alimentos a las zonas arqueológicas. 

El sur de Quintana Roo regala la oportunidad de maravillarnos con la grandeza del pasado y apreciar la belleza del presente. No cabe duda de que el legado maya se mantiene vivo y luce mejor que nunca. 

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