El primer vistazo al centro histórico de Puebla te bastará para entender por qué fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la unesco. A donde dirijas la vista, podrás apreciar majestuosos ejemplos de arquitectura colonial y edificios cubiertos de azulejos y argamasa. El punto de inicio es la Catedral de Puebla, cuyo interior resguarda obras de los más grandes pintores y escultores novohispanos. A unas cuantas cuadras, encontrarás una joya del arte barroco: la Capilla del Rosario, ubicada en el Templo de Santo Domingo. Contiguos a la Catedral están el zócalo y los portales, donde hay una buena variedad de tiendas y restaurantes.
Si lo tuyo es el arte, cerca del zócalo tienes uno de los mejores museos de México: el Museo Amparo, cuyas exposiciones abarcan desde el arte prehispánico hasta el contemporáneo. Después de ese baño de cultura, camina hacia el colorido Callejón de los Sapos para conocer tiendas locales y, los domingos, un tianguis con antigüedades, artesanías y objetos de arte. Y si quieres continuar con las compras, el mercado de artesanías El Parián tiene textiles, talavera, alfarería, madera, joyería y mucho más. Muy cerca de El Parián se encuentra Talavera Armando, un espacio dedicado a la fabricación, exposición y venta de piezas de talavera poblana, certificada y con denominación de origen. Agenda un recorrido guiado para conocer el proceso de elaboración de esta icónica artesanía.
Para cerrar el paseo con broche de oro, nada como una visita a la Calle de los Dulces, el paraíso de cualquier goloso. Como su nombre lo indica, es una calle con muchas tiendas —la más popular es La Gran Fama— que tienen un extenso surtido de dulces típicos de la región como camotes, cocadas, macarrones, jamoncillos, borrachitos y tortitas de Santa Clara.