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Michoacán de Ocampo es uno de los destinos más populares para aquellos que disfrutan del turismo lacustre. Después de todo, su nombre se originó de la voz náhuatl michihuacán (lugar de pescadores) o bien del término tarasco michmacuán (lugar junto al agua). A menos de una hora de la capital del estado, la ciudad de Morelia, existe una amplia variedad de pueblos a lo largo de la ribera del lago de Pátzcuaro cuya comida, historia y cultura seguro te enamorarán.
Ya sea que busques consentir tu paladar o ir de fiesta con amigos, esta ciudad tiene alternativas para todos los gustos y presupuestos.
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La ciudad de Pátzcuaro es una excelente opción para hospedarse y como punto de partida para el circuito por el lago, pues las embarcaciones salen del muelle general rumbo a las islas. Además, sus encantadores callejones, plazas, museos e iglesias por sí mismos rinden para varios días de paseo.
Don Vasco de Quiroga fundó la actual ciudad sobre territorio purépecha con la intención de convertirla en la capital política y religiosa de la región. Tras más de medio milenio, la otrora capital michoacana sigue deleitando a sus visitantes con sus múltiples tradiciones, vistas y platillos. En la Plaza Vasco de Quiroga (también llamada “Plaza Grande”) podrás desayunar o comer en uno de sus restaurantes y cafés, además de observar las casonas coloniales y otros edificios históricos como la Casa de los Escudos, el Palacio de Huitziméngari o el Museo de Artes e Industrias Populares, ubicado en uno de los primeros colegios del país. Asimismo, sus bellos jardines y estatuas están rodeados por heladerías artesanales y puestos ambulantes que venden productos típicos de la región: charales secos, queso Cotija y las famosas corundas rellenas.
Otra visita obligada es la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, pues fue edificada sobre un antiguo templo purépecha y cuenta con una imagen de la Virgen hecha con pasta de caña, la cual es venerada por los indígenas y peregrinos para que cuide la salud de los enfermos. Para finalizar, date una vuelta a la Casa de los 11 Patios, un conjunto de edificaciones del siglo xviii donde se establecieron las monjas dominicas y, más tarde, se convirtió en hogar de las artesanías regionales. Mientras paseas por los patios de loza y cantera del exconvento, podrás observar a los artesanos trabajando en sus telares y decorando figuritas de madera con maque, la colorida laca que embellece estas singulares piezas.
Si lo que buscas son regalos o recuerditos, aprovecha antes de embarcar rumbo a las islas y asómate al Mercado de Artesanías de Madera, famoso por sus piezas únicas que van desde utensilios de cocina y máscaras decorativas, hasta finas cajas labradas y pintadas a mano.
En cuanto a las opciones de hospedaje, considera el Hotel Posada La Basílica, una finca virreinal del siglo xviii que, además de mucha historia y folclore, tiene una vista espectacular de los alrededores. Si quieres una combinación de lujo y tradición, el Hotel Boutique Hacienda Ucazanaztacua es para ti. Aquí podrás disfrutar de una increíble alberca con vista al lago y una mezcla arquitectónica michoacana con elementos minimalistas.
Cambia el ritmo mientras paseas entre hermosas calles con casas de adobe y teja, en un Pueblo Mágico con más de 500 años de historia.
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Ubicado en el corazón de la cuenca del lago de Pátzcuaro, Tzintzuntzan es un Pueblo Mágico con calles empedradas, edificios antiguos de paredes blancas y techumbres de teja rojiza que lo dotan de su encanto colonial.
Uno de los principales atractivos del pueblo es el Antiguo Convento de Santa Ana, que sirvió de hogar para los monjes franciscanos hace más de cuatro siglos. El complejo alberga un museo y podrás transportarte al pasado a través de su cocina de época, los detallados alfarjes musulmanes que adornan el claustro y los árboles de olivo repartidos por el atrio que han estado en pie más de 300 años. Justo al lado del exconvento se encuentra un mercado al aire libre que ofrece las mejores artesanías del estado: rebozos bordados a mano, madera, cerámica, textiles, trabajo con tule, cuero, etc.
Piérdete en los pasillos de su mercado de artesanías, en donde la creatividad michoacana asume las formas más variadas.
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Por supuesto, no te puedes perder “las yácatas”, los famosos basamentos piramidales de 12 metros de altura por cuyo nombre se conoce a la Zona Arqueológica Tzintzuntzan. Esta fue la capital y centro ceremonial de los purépechas (también conocidos como tarascos), un imperio cuya grandeza se equipara a la del pueblo mexica. Si te interesa aprender más de esta milenaria cultura, tómate un tiempo para recorrer el museo ahí mismo.
Tip: si quieres una vista panorámica del lago enmarcado por montañas cubiertas de pinos, abetos y juníperos; toma la carretera hacia Cucuchucho a lo largo de la orilla del lago.
Conecta con el legado purépecha en una zona arqueológica que sobresale por la singularidad de sus construcciones y la belleza de sus paisajes.
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Acércate al embarcadero para alquilar una lancha que te llevará en un recorrido por las múltiples islas y pueblos alrededor del lago. También puedes complementar con un paseo en carro o bicicleta por los pueblos más sobresalientes de su ribera.
Janitzio es la más popular de las cinco islas y con buen motivo. La estatua de don José María Morelos se erige al centro de la isla y puedes subir por su interior, recubierto de murales con la historia de este personaje, para tener un vistazo al lago desde el mirador en su puño, el punto más alto de la isla. A unos 200 escalones del puerto podrás encontrar la zona de restaurantes, cuya especialidad son los pescados.
Si buscas una perspectiva diferente del lago de Pátzcuaro y sus 55 km de litoral, toma un paseo en lancha para adentrarte en esta famosa isla.
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Además de Janitzio, vale la pena recorrer los otros pueblos, pues cada uno ofrece distintas especialidades: Quiroga es bien conocido por sus carnitas, que según dicen, son las mejores de su categoría. Por otro lado, en el municipio de Erongarícuaro se encuentra el pueblo de Tócuaro, que elabora las mejores máscaras de madera de la región; las máscaras lacadas adquieren figuras diabólicas o angelicales, animales o humanas, grotescas o divinas, pues son resultado de un sincretismo cultural y religioso único. Pero si lo que buscas es un buen mezcal, Oponguio se distingue por sus haciendas y mercados mezcaleros; sólo tienes que tomar con precaución para evitar, como dicen los locales, ponerte kauicha.
Tip: aunque el platillo por excelencia es el pescado blanco, el Chirostoma estor es una especie endémica de la región y se encuentra en peligro de extinción por la pesca y consumo excesivo. Te recomendamos mejor probar los charales y las carpas, que están igual de sabrosos.
En Tócuaro, la madera se transforma en coloridas máscaras que no sólo son adornos, sino un elemento indispensable en las danzas tradicionales.
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Se dice por ahí que Michoacán es el alma de México, pero que Pátzcuaro es el alma de Michoacán. Estas son tan sólo algunas de las localidades que te recomendamos visitar, pero existen un sinfín de lugares por recorrer en la zona: Quiroga, Santa Fe de la Laguna, Chupícuaro, San Jerónimo Purenchécuaro, Santa Ana Chapitiro, entre otros. Ya sea que planees ir un par de días o un mes completo, este lago alberga una infinidad de tradiciones, sabores y saberes únicos en el país y en el mundo. Y, más aún, sigue siendo cuna y hogar de la cultura tarasca y su lengua milenaria aún ronda por sus calles y sus aguas.
El lago de Pátzcuaro alberga un arcoíris de tradición viva, de sabores únicos y de paisajes que se quedarán grabados en tu memoria.