Para los que buscan un fin de semana de absoluta paz o una escala cuando se vuela a Querétaro, a sólo una hora del aeropuerto está Isla Tzibanzá, un remanso de paz enclavado en una de las presas más importantes del altiplano.

Primera parada: el vino

Desde el aeropuerto hay que tomar la carretera rumbo a Cadereyta, el municipio en donde se encuentra la isla. El camino toma menos de hora y media y es el pretexto ideal para hacer algunas paradas: la Finca Sala Vivé de Freixenet México es obligada. Recorre sus cavas, viñedos y reserva una cata de su magnífica producción.

Segunda parada: descanso

El camino sigue hasta la isla; una vez que llegas a los embarcaderos, tú y tus acompañantes tendrán que tomar un bote que los cruzará por la presa Zimapán para acceder a la isla. El lugar es exclusivo, por lo que nadie que no esté hospedado en el campamento ecoturístico puede entrar. El complejo cuenta con 12 cabañas equipadas con lo necesario para pasar un tiempo de absoluta relajación.