Otro visita obligada en Hermosillo es el mirador del Cerro de la Campana, que recibe su nombre porque, al golpear guijarros tomados de allí, suenan como música.
Desde ese punto en lo alto, se pueden ver atardeceres increíbles, tomar fotos y divisar la totalidad de la capital en una panorámica casi completa de la “Ciudad del Sol”, como se conoce a Hermosillo.
Si hablamos de paisajes inolvidables, vale la pena conocer las desérticas dunas de San Nicolás. Allí, el turista descubrirá una playa de agua cristalina, además de experiencias únicas.
Los tours guiados que se ofrecen van desde el avistaje de cactus gigantes en un impactante bosque de sahuaros de unos 23 metros de altura, hasta la práctica de sandboarding.
Los turistas llaman a estas orillas en Hermosillo “El mar de Cortés” y aseguran que se parecen a las playas de Cádiz, en el sur de España.
Para los amantes de la flora y la fauna regional se encuentra el Centro Ecológico de Sonora, dedicado a promover la riqueza natural del estado. Aprender sobre las características climáticas de la montaña, la playa, el desierto y sus especies, se torna divertido de la mano de esta original propuesta.
Como dato para tener en cuenta, los veranos son calurosos, largos y suelen presentarse parcialmente nublados. Los inviernos son cortos, secos y frescos. Hermosillo es un destino que se puede visitar todo el año: la excusa perfecta para una escapada de serenidad, descanso y recreo de la rutina.
Para más información y alternativas turísticas en Sonora visita la web oficial: www.sonora.gob.mx/temas-de-interes/turismo