Un viaje gastronómico por tierras chihuahuenses es algo que hay que hacer al menos una vez en la vida. En esta ocasión queremos contarte de los ingredientes, los platillos y las bebidas que los pueblos de Chihuahua usan como base de su cocina.
El ecosistema de la región determinó muchas de las técnicas para cocinar y para la preservación de alimentos. Debido al clima extremo del estado, los habitantes deshidratan casi todo con la intención de no desaprovechar nada que se haya cosechado.
Los cortes de carne, el maíz, la leche y el queso de la región son motivos suficientes para pensar en este destino como uno que merece la pena descubrir desde el antojo.
El desierto de Chihuahua definió la dieta de los pueblos originarios. Las naciones apaches y comanches migraban siguiendo a las manadas de bisontes que pastaban en este vasto territorio.
La carne de Chihuahua es de altísima calidad. La crianza de sus animales da un sabor único a cada corte.
La tortilla de harina es uno de los pilares de la gastronomía chihuahuense. Son la base de uno de sis platillos más famosos: el burrito.
La carne de este magnífico animal los alimentaba, con la piel confeccionaban sus ropas y construían las tiendas que los protegían de las inclemencias del tiempo.
Los rarámuris han sembrado desde siempre maíz, calabaza, frijol y chile para su consumo. Ellos aportan a la gastronomía chihuahuense el pinole, un tipo de maíz tostado y molido que es un alimento con alto valor energético. Complementan su dieta con la caza de especies menores y, durante sus festividades, sacrifican una res para alimentar a todo el que asista a participar en sus ritos.
En la época de la conquista, se establecieron los ranchos ganaderos y las haciendas con gran éxito. A la fecha, la carne de los establos de Chihuahua es de las mejores del país. Su sabor y suavidad son dos de sus características más sobresalientes.
Las mejores comidas se hacen alrededor de un asador o de un disco. Siempre que hay razones para celebrar, se asa un buen corte de carne en carbón de mezquite, o bien, en un disco de arado que se calientan con leña.
La fusión de los sabores del tocino, del chorizo, de la carne de res y de puerco picadas en pedazos pequeños, de pimientos morrones, chiles jalapeños y cebolla se ensamblan en una tortilla de maíz o de harina para hacer un buen taco de discada; hay que ponerle un poco de salsa de chiltepín para tener la experiencia completa.
El abigeo es otro plato esencial en la cocina vaquera: se trata de la famosa carne seca norteña con chile colorado y frijoles. Los burritos, que tienen su origen en Ciudad Juárez, son una opción rápida y deliciosa de comer lo mejor: una tortilla de harina recién hecha que abraza un guiso a base de carne, chile y queso, que si es menonita ¡mejor!
El chile chiltepín crece en la sierra de Chihuahua; son muy picantes, pero aportan mucho sabor.
La altura, el clima y la tierra chihuahuense hacen que sus manzanas sean de las más jugosas y ricas del país.
En Aldama se producen las mejores cajetas de membrillo, mientras que la misma tradición ganadera y lechera dio origen a los dulces de leche quemada. Al sur del estado, en la extensa zona nogalera, se produce también la mejor nuez de México; la combinación de la nuez y la leche dio origen a los famosos dulces de la “Gota de Miel” de Hidalgo del Parral.
En Chihuahua se encuentra la zona manzanera más grande del país y los pasteles que se hacen con esta fruta y la miel de la región son espectaculares. Esta zona se puede conocer en un viaje en el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico que va rumbo a la sierra.
En Chihuahua se hace sotol hace más de 800 años.
Chihuahua también es un destino productor de vino. El Valle de Encinillas es una de las mejores zonas vinícolas y está a sólo 80 kilómetros al norte de la capital.
La bebida tradicional chihuahuense es el sotol, un destilado que proviene de la fermentación de la piña de la planta Dasylirion. Esta planta crece en abundancia en el desierto de Chihuahua y al momento de cocerse y fermentarse puede alcanzar hasta los 55 grados de alcohol.
En un plato chihuahuense, además de ingredientes locales, hay mucha historia y tradición. La grandeza del estado se puede abarcar por medio de los sabores de su cocina que se caracteriza por ser honesta y fuerte. La calidad de lo que se produce en la región es tan buena que basta con muy pocos ingredientes para tener un plato espectacular.
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