Crédito: Cecilia Villaverde.
Además de ser un Pueblo Mágico cercano a viñedos e insospechadas tierras fértiles, Cuatro Ciénegas, Coahuila, es conocido por su misterioso paisaje que alberga una invaluable riqueza natural.
El poblado de Cuatro Ciénegas, punto de partida para explorar el destino, fue fundado alrededor de 1800 por inmigrantes españoles que debían tener cierta solvencia económica y descendencia para darle al pueblo estabilidad y crecimiento. Medio siglo después nació Venustiano Carranza, quizás su personaje histórico más conocido, tanto que su casa se ha convertido en un museo para aprender sobre su vida y carrera política.
Las fachadas coloniales, como testigos silentes de su historia, narran el devenir del lugar. El Palacio Municipal, ejemplo de arquitectura porfiriana, resguarda el gran mural Homenaje a los Fundadores de José Luis Murillo. Caminando por sus calles tranquilas aparece tarde o temprano la iglesia de San José. Sus sólidas torres y su impresionante reloj de doble carátula se iluminan y lucen especialmente espectaculares por la noche. Algunas opciones muy interesantes para hospedarte son la Hacienda 1800, el Hotel Mariaelena y el Hotel Plaza Cuatro Ciénegas.
Esta joya de paisaje es una biblioteca natural que guarda más de 3,000 años de historia evolutiva. Entre las montañas de San Marcos y Pinos, sobre una falla tectónica activa y el rompimiento de dos supercontinentes, surge de las entrañas de la Tierra un poco de mar ancestral, ausente de fósforo, limitado en nitrógeno, pero lleno de minerales. Ahí viven los estromatolitos, cianobacterias que han sobrevivido a grandes extinciones, así como tortugas y peces con características prehistóricas.
En 1994 se emitió un decreto para denominar a Cuatro Ciénegas Área Natural Protegida. Su cuidado y preservación son fundamentales debido a la información que resguarda sobre el pasado y las posibilidades que implica para la supervivencia en el futuro. Es por ello que Génesis 4C, un museo vivo y laboratorio de vanguardia, se ha asentado en Cuatro Ciénegas para estudiar la biodiversidad y el endemismo del valle. Su exhibición inmersiva y salas interactivas ayudan a comprender más sobre la importancia de este lugar.
Este paisaje futurista con angulosos bloques de travertino fue una mina que dejó de funcionar tras la declaración de protección del valle. Sus superficies lisas y vistas espectaculares a las montañas las convierten en la escenografía perfecta para el turismo de aventura.
Al atardecer, vale la pena observar los grandes bloques que han sido intervenidos y convertidos en obras de arte; durante la noche, el cielo es el mayor espectáculo, pues la oscuridad contrasta con los millones de estrellas que brillan. La arena blanca y la vegetación terminan de armar el cuadro.
Hace millones de años, Coahuila formaba parte del Mar de Tetis. La evaporación del agua y el tiempo formaron unas impresionantes dunas de yeso. El sulfato de calcio y silicio le dan cierto brillo, tersura y suavidad a la arena que las forma, como si fueran pequeños cristales.
Al caminar entre las dunas y senderos del desierto, se esconden conejos, lagartijas, escorpiones y correcaminos. Logran pasar desapercibidos entre el mimbre, la yuca y el mezquite que crecen y conservan algo de humedad.
Las dunas de yeso, tersas y con brillos sutiles, son uno de los puntos más visitados al amanecer y al atardecer. Crédito: Cecilia Villaverde.
Uno de los secretos de Coahuila y Cuatro Ciénegas es su tradición vinícola, que viene del siglo XIX. Bodegas Ferriño fue fundada por don Miguel Ferriño Lander y se ha distinguido por sus vinos de uvas moscatel, Lenoir y Rosa del Perú.
Vinos Vitali, bodega de los descendientes de la familia Ferriño, produce vinos orgánicos tintos, rosados y tipo Oporto; utilizan uvas como ruby cabernet y moscatel. Ofrecen degustaciones y recorridos para observar sus barricas, tanques y prensas.
Como en todo Coahuila, la tradición vinícola en Cuatro Ciénegas tiene gran arraigo, así como bodegas y etiquetas de vinos orgánicos muy especiales. Crédito: Cortesía Vinos Vitali.
Vale la pena aventurarse por la carretera para conocer Cuatro Ciénegas. Su valor es indescriptible, no solo por los paisajes que ofrece a simple vista, sino por todos los secretos que guarda, las formas de vida que protege y las posibilidades de un futuro mejor. Cuidar este tesoro es responsabilidad de quienes viven ahí y de los viajeros como tú. Recuerda elegir actividades de ecoturismo amigables con el ecosistema.