El centro de la ciudad tiene muchos espacios que encantan a quienes viajan con inquietudes históricas, arquitectónicas y artísticas. El punto de partida de este recorrido es la Plaza de la Patria. Al centro se alza la Exedra, una columna que en la cima tiene a un águila devorando una serpiente y que es un símbolo arquitectónico de la ciudad.
El Patio de las Jacarandas es un oasis de flores moradas en plena ciudad. El espacio tiene un techo intervenido por el famoso artista neerlandés Jan Hendrix: con un juego de luces y sombras, el piso se transforma en una alfombra de texturas orgánicas preciosas. Este es uno de los lugares más apacibles del centro y en el que puedes pasar el día entero contemplando el movimiento de las sombras con toda tranquilidad.
El Museo José Guadalupe Posada, dentro del bellísimo Templo del Encino, es otro lugar que deja encantados a los visitantes. Está dedicado al grabado —y por eso lleva el nombre de uno de los grabadores más grandes del mundo—; la sala que celebra el trabajo del hidrocálido es muy conmovedora.
La magia y el encanto hidrocálido está en los fragmentos de sus paisajes naturales, en los detalles escondidos tras las montañas y entre las calles de la ciudad. Aguascalientes se experimenta y se contempla; depende del viajero qué tipo de viaje quiera vivir, pero una cosa es cierta: quedará realmente sorprendido.